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El féretro del Papa Francisco llegó a la Basílica Santa María La Mayor de Roma

26/04/2025

Luego de un recorrido de 6 kilómetros y de recibir aplausos y vítores, el papamóvil arribó al destino final del féretro de Francisco.

El paso de Francisco por el papado será recordado por su espíritu renovador y por los hitos inéditos que protagonizó. Desde que fue elegido en 2013, transformándose en el primer jesuita y sudamericano en llegar al trono de Pedro, hasta la determinación sobre el lugar donde descansarán sus restos, el Papa dejó una huella única en la historia de la Iglesia católica.

Su muerte, ocurrida el 21 de abril a los 88 años, volvió a poner en evidencia su tendencia a romper moldes: Jorge Mario Bergoglio optó por ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, alejándose así de la tradición que indica las grutas vaticanas bajo la Basílica de San Pedro como destino final de los pontífices.

Esta decisión marca un cambio profundo respecto a una costumbre que llevaba más de cien años. Desde que en 1903 León XIII fue sepultado en la Archibasílica de San Juan de Letrán, todos los Papas habían sido inhumados dentro del Vaticano, en su mayoría en las Grutas Vaticanas. La elección de Francisco no es un simple detalle, sino un gesto cargado de significado.

Las razones detrás de su elección

La decisión de Francisco de elegir la Basílica de Santa María la Mayor está relacionada con una conexión muy fuerte, tanto espiritual como afectiva, que siempre mantuvo con este histórico santuario dedicado a la Virgen. Durante su papado, el argentino solía acercarse allí antes y después de cada viaje apostólico, para pedir protección y agradecer a la Virgen María, especialmente bajo la advocación de “Salus Populi Romani” (Protectora del Pueblo Romano).

En su testamento, Francisco dejó en claro: “Quiero que mi último viaje en esta tierra termine precisamente en este antiguo santuario mariano, donde siempre me detuve a rezar al inicio y al final de cada viaje apostólico”.

El documento, fechado el 29 de junio de 2022 y difundido luego de su fallecimiento, detalla cómo este deseo está íntimamente ligado a su rutina como Papa, describiendo la basílica como el destino de su “último viaje terrenal” y el sitio al que acudía “para encomendar mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle sus cuidados maternales”.

Su devoción fue más que evidente. Según medios italianos, durante su pontificado visitó la basílica más de 115 veces, llegando incluso a interrumpir el tránsito romano para poder orar unos minutos. Ni siquiera en su última recuperación de salud dejó de cumplir con esta costumbre: apenas salió del hospital en marzo, se dirigió en auto hasta la basílica para dejar flores y rezar ante la imagen de la Virgen.

El centro de esta devoción es el antiguo ícono bizantino de la Salus Populi Romani, considerado patrona de Roma y refugio en momentos de dificultad, como durante epidemias o, más recientemente, en la pandemia de COVID-19, cuando Francisco rezó ante ella pidiendo el fin de la enfermedad.

El lugar de su sepultura

En cuanto al sitio exacto donde descansarán sus restos, Francisco eligió un pequeño espacio detrás de la escultura de la Reina de la Paz, un sector que antes se usaba para guardar candelabros. Así lo contó en una entrevista incluida en el libro “El sucesor”, editado en 2024: “Detrás de la escultura de la Reina de la Paz hay un cuartito, una puerta que da a una habitación donde guardaban los candelabros. Lo vi y pensé: ‘Ese es el lugar’”.

El espacio fue acondicionado siguiendo sus indicaciones: una tumba sencilla, “en la tierra, sin ornamentos especiales”, con la inscripción “Franciscus”, su nombre papal en latín. Esta decisión está en sintonía con su estilo de vida simple, el mismo que lo llevó a vivir en la Casa Santa Marta en vez del Palacio Apostólico.

La relación de Francisco con la Basílica de Santa María la Mayor no se limita solo a su devoción a la Virgen. El templo tiene una fuerte presencia jesuítica: en 1538, San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, celebró allí su primera misa. Además, la cercanía con la Embajada Argentina en Roma, activa desde 1889, reforzó este lazo personal e institucional que marcó toda su vida.